Última actualización febrero 23, 2019
Se reconoce al 17 de Abril como el Día Internacional de las Luchas Campesinas para visibilizar y denunciar la criminalización de la protesta, persecución y violencia que enfrenta cotidianamente el campesinado a causa de la implementación del modelo neoliberal y del agronegocio en el campo.
El 17 de Abril de 1996, en el Estado de Pará en Brasil, alrededor de 1500 campesinas y campesinos sin tierra, se asentaron en un espacio de tierra no-productiva después de haber sido expulsados de sus propias tierras, se movilizaron hacia la capital de Pará, con el fin de presentar sus demandas y exigir solución para su situación. Llevaban una lucha de mas de dos años. Cuando llegaron a la ciudad de Eldorado de Carajás la marcha se detuvo para que las mujeres embarazadas y los niños descansen, pero fueron atacados por más de 100 policías militares, quienes dispararon con armas a los manifestantes, 19 compañeros y compañeras murieron cayeron muertos y 69 resultaron heridos en esta masacre. Hasta la fecha, no ha habido ninguna condena para los responsables de este crimen contra los campesinos del Movimiento Sin Tierra de Brasil. El mismo día, dirigentes campesinos de todo el mundo que se encontraban reunidos en Tlaxcala, México en la Segunda Conferencia Internacional de Via Campesina, ala conocer los hechos deciden declarar el 17 de Abril como “Día Internacional de la Lucha Campesina”, en reconocimiento y homenaje a compañeros y compañeras quienes luchan por la tierra y los derechos de los campesinos en todo el mundo. Un año más tarde, el 17 de Abril de 1997, en Cochabamba, Bolivia, 5 compañeros cocaleros entre ellos un niño y una mujer, fueron masacrados, por llevar 3 meses ya de vigilia en busca de los derechos de la Madre Tierra, y el cultivo soberano de la hoja de coca.
Los campesinos y pequeños agricultores representan la mitad de la población mundial y producen al menos un 70% de los alimentos del mundo. Este grupo incluye a los pequeños agricultores, pastores, gente sin tierra, pescadores campesinos e indígenas de todo el mundo.
Sin embargo, a pesar de la importancia de este grupo, su contribución está lejos de ser reconocida. Las poblaciones rurales tienen muy poca visibilidad en la escena pública y los «campesinos», en la mayoría de lugares, a menudo son considerado como «ignorantes», «hacia atrás» o «subdesarrollados».
El último período de sesiones del Consejo de Derechos Humanos de la ONU mostró una vez más que la palabra «campesino» sigue siendo políticamente sensible. Bajo la presión de algunos países europeos, el uso de la expresión «derechos de los campesinos» fue reemplazado por los «derechos de las personas que trabajan en las zonas rurales» menos amenazantes. Ellos parecen temer dar demasiado peso político a un gran número de personas cuyo comercio se ha mantenido en gran medida fuera de la economía capitalista.
Sin embargo, en las últimas dos décadas, los campesinos, los sin tierra y los agricultores familiares se han organizado para reclamar su derecho a proteger sus medios de vida, la defensa de la agricultura a pequeña escala y para hacer oír su voz a nivel internacional. El movimiento campesino internacional La Vía Campesina fue creado en 1993, uniendo a las organizaciones nacionales de nivel mundial y los sindicatos que habían estado activos desde hace años en su propio país o región.
Con el inicio de la crisis alimentaria de 2007 y el aumento del número de personas hambrientas en el mundo, la marea ha comenzado a girar. La promesa ciego que la agroindustria alimentaría el mundo parecía ser una ficción, y más y más personas, gobiernos e instituciones están reconociendo que no habrá solución a la crisis actual sin la participación de los agricultores en pequeña escala.
La crisis climática también revela las limitaciones del modo agroindustrial de producción, que destruye los suelos y la naturaleza. La agricultura sostenible y los mercados locales de alimentos, por el contrario, muestran un impacto muy positivo sobre el clima.
Aun en el mundo, miles de campesinos y quienes abogan en su nombre, son intimidados, detenidos y asesinados en su lucha por la tierra, los alimentos, las oportunidades económicas y los derechos humanos – a pesar de que son los mismos hombres y mujeres que están alimentando al mundo.
